CONTROL DE ESFÍNTERES

El control de aprendizaje del control de esfínteres es de una suma importancia para el desarrollo de los procesos de autonomía, seguridad e independencia en el niño.

Es indispensable contar con un patrón global de información para poder ayudar a los pequeños, es por eso que a continuación les presentamos el marco teórico y el procedimiento adecuado a seguir para lograr que este proceso mas allá de lo biológico, se realice satisfactoriamente.

MARCO TEÓRICO

La edad que se considera ideal para iniciar el tratamiento de control de esfínteres oscila entre los 22 meses y los 2 años, edad en que los niños ya pueden mantenerse secos durante 2 horas, antes de esta edad las evacuaciones son más frecuentes.

El desarrollo del ser humano se da en 3 dimensiones: la biológica, la psicológica y la social, así se entiende que el control de esfínteres es un proceso en el que intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales.

Los esfínteres son músculos que se pueden contraer o relajar para permitir las salidas de sustancias. Los esfínteres anal y vesical son los que se encargan de controlar la defecación y la micción, respectivamente.

Durante los primeros meses de vida del infante, los esfínteres funcionan automáticamente, es decir, de manera involuntaria.

El control de esfínteres es la habilidad para controlar la micción y la defecación voluntariamente. Esta habilidad, como cualquier otra requiere de brindar al niño seguridad y tiempo para que se establezca. Durante el proceso se presentaran recaídas normales, lográndose totalmente alrededor de los 3 años de edad, pudiendo variar según las diferencias individuales.

Alrededor de los 2 años de edad, el sistema nervioso ya tiene la maduración requerida para que el niño ya logre controlar el esfínter. La vejiga es el depósito de la orina, cuando llega a cierto nivel, manda la señal al musculo del esfínter y este permite la salida de la orina o la retiene por más tiempo, esto constituye el controlar los esfínteres. Se requiere de algunas actividades psicomotoras para dirigirse al baño, quitarse la ropa, sentarse en la bacinica, levantarse, etc. Esto implica que los músculos cumplan con las características de tonicidad requeridas para realizar contracciones o relajaciones, al igual que la vejiga y que neurológicamente haya también una maduración suficiente para que el cerebro pueda mandar la señal y los músculos ejecuten la orden, ya que finalmente estos tienen que ser subordinados al control cortical.

El hecho de que el niño elimine su orina y heces, provoca reacciones en los adultos que van desde castigo, regaños e indiferencia hasta alabanzas y premios. Depende de estas actitudes, el valor que el niño le dé a esto: agradable, inversivo o sin ninguna importancia.

Muchas madres se quejan de que el niño no defeca u orina cuando está en la nica, sino que se “hace” después de haber sido retirado. La razón de ello, es que esos niños adquirieron la capacidad de retener más pronto que la de relajar, por lo cual al levantarlo de la nica baja la tensión a la que se estaba sometiendo y evacua fuera de ella. Esta situación generalmente parece a los adultos un acto de rebeldía, cuando en realidad es parte del proceso de aprendizaje y cederá paulatinamente en tanto no se haga un conflicto de ello.

Si al niño se le dice que por el hecho de eliminar es feo o sucio, llegara a sentirse así. En cambio si se le estimula positivamente con palabras y actitudes de aceptación y cariño, el niño se sentirá querido y aceptado, esto es muy importante, ya que al ir percibiendo el control que tiene sobre su orina y heces y ver que son producto de su cuerpo, el niño las considera como objetos propios que puede brindar o negar a los demás.

Por otra parte, el niño va sintiendo control sobre su propio cuerpo, lo que favorece su sentimiento de autonomía; al percibirse autosuficiente desarrollara otros procesos y habilidades tales como la socialización y la motricidad, porque se sentirá más seguro e independiente.

Al exponerlo a estas nuevas actividades, el niño tendrá más contacto con su cuerpo, sobre todo con sus genitales, los cuales manipulara, despertándose la curiosidad por sí mismo y por los otros, dependiendo de la connotación que le dé el adulto a estas conductas exploratorias, será el significado que el niño también le dé, de tal forma que el pueda pensar en su cuerpo como algo bonito y agradable o bien como feo, sucio y vergonzoso. Debemos tener mucho cuidado y manejarlo con cautela ya que esto repercutirá posteriormente en el manejo de su sexualidad.

La orina y las heces fecales son un producto natural del organismo y tiene un simbolismo para el niño, en esta etapa constituyen el principal objeto con el que va a relacionarse con su entorno, ello implica de cierto modo un conflicto con el medio ambiente por tener que enfrentarse a una serie de demandas, tales como una autoridad que le indica el horario, lugar modo especifico para orinar y/o defecar, lo que es vivido como una lucha de poder contra la autoridad, acompañado de ambivalencia entre quererse adaptar o no a la realidad determinada.

PROCEDIMIENTO

ACTIVIDADES PREVIAS AL ENTRENAMIENTO:

En esta edad el pequeño ya comprende el lenguaje, por lo tanto esta listo para adquirir las habilidades de seguimiento de instrucciones, apóyelo de la siguiente manera:

  • Cuando se dirija a él o ella llámelo por su nombre.

  • Use palabras sencillas.

  • Use frases cortas.

  • Dé sólo una indicación para no confundirlo.

  • Asegúrese de que lo está escuchando.

  • En caso de que no siga la instrucción ayúdelo a realizarla.

    Cuando cambien el pañal al niño:

  • Háblele acerca de que lo está cambiando: está mojado ya que se hizo pipí en el pañal. Que lo limpia y lo cambia para que se sienta cómodo y seco.

    Si es posible:

  • Haga que el pequeño observe a los niños más grandes mientras están sentados en la bacinica o en el baño para que los imite.

  • Acostumbre a su hijo a la presencia de las nicas, comprándola antes de iniciar el entretenimiento, sin permitir que le dé otro uso.